jueves, 5 de enero de 2012

Sexo y .....¿Género?

EL GÉNERO DEL SEXO.

*¡Vaya por Dios! Fíjense, el sexo tiene género. Género masculino además, para enfado mayúsculo supongo de las feministas más radicales: las feministas de género. Estamos hablando, obviamente, del género gramatical, el único del que habría que hablar si utilizá-ramos exclusivamente la razón y el sentido común, en lugar de la ideología. Sexo es mascu-lino singular. Sexualidad es, por el contrario, femenino singular. Si habláramos de sexos entonces estaríamos utilizando el masculino plural: hombre y mujer, macho y hembra, siem-pre dos sexos –y sólo dos, mal que pese a algunos-, y por lo tanto plural. En cambio, si habláramos de géneros estaríamos utilizando el plural: tres en el caso de los géneros grama-ticales (masculino, femenino y neutro) y muchos más si habláramos de géneros literarios, cinematográficos o artísticos, por ejemplo, o de productos en un almacén o una tienda.

*Sexo, según la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española, es la “condición orgánica que distingue al macho de la hembra en los seres humanos, los animales y las plantas”. Meridianamente claro, para desesperación de muchos: ¡cuántos desearían darle un estacazo a la Academia por esto y por no doblegarse en la cuestión del uso inclusivo del genérico masculino! Es decir, nuestra parte animal comparte el sexo con los otros animales –los no racionales, los que son esencial y constitutivamente distintos a nosotros, los que son inferiores en dignidad a nosotros en cuanto seres humanos-. En cambio, sólo nosotros tene-mos sexualidad, entendiendo por tal la autoconciencia personal de nuestro ser sexuado, de nuestra manera sexuada de ser y estar en el mundo. Resumiendo: los animales tienen sexo y nosotros, los humanos, tenemos sexo y sexualidad. Sólo por extensión y de forma imprecisa podemos hablar de la sexualidad de los animales mientras que es lógica y perfectamente po-sible hablar de la sexualidad humana y de su valor y significado.

*Algunas tendencias pretenden hablar de la sexualidad y del sexo como algo exclusivamente anatómico u orgánico, puramente fisiológico, alejado en consecuencia de cualquier contenido moral o ético, y cuya función principal sería producir placer, además de ser útil –ya no necesario en virtud de los constantes “avances” científicos-, para la reproducción y conti-nuidad de la especie: ¡qué fastidio tener que cargar con que se puedan producir consecuen-cias indeseables y no buscadas por el uso del sexo! (dirán algunos). Evidentemente, y lo digo en el sentido de que basta la mera razón y las evidencias científicas para no tener que explicar lo que es de por si natural y notorio, esa concepción es incorrecta: si fuera cierta no tendría sentido hablar del sentido y valor de la sexualidad o de la forma de vivirla, como no lo tiene hablar del “sentido” de la respiración o de la digestión o del “valor” de la circulación de la sangre, actividades, estas sí, meramente fisiológicas.

*Y todo este lío por culpa de la imposición, generosamente subvencionada por organismos y agencias internacionales, de la ideología de género –volvemos al asunto del sexo y el género introducido al principio-. Esta ideología es, en el fondo, el verdadero y nuevo nombre del pensamiento políticamente correcto, que no es otra cosa que la actual forma de presentarse la ideología dominante, de matriz y raigambre burguesa. Siguiendo a Jesús Trillo-Figueroa, podríamos establecer cinco constantes presentes en las manifestaciones de esta doctrina ideológica: 1) la diferencia entre los sexos no es algo natural, sino producto de una práctica social, no existiendo sexos sino géneros en tanto que roles o papeles sociales; 2) cada persona debe elegir libremente su género, según la orientación sexual que desea en cada momento; 3) es la sociedad quien aliena a los hombres, creando las diferencias sexuales; 4) el objetivo fundamental de la tarea política debe ser hacer desaparecer todo lo que perpetúa esa alienación: la familia, el matrimonio, la procreación entre los sexos, la maternidad y la paternidad; 5) concepción de la pareja humana como conflicto, relación de poder, ámbito de lucha, odio en fin.

*Es evidente que algunos de estos presupuestos no se compadecen en absoluto con los cono-cimientos actuales de la ciencia. Otros lo hacen con dificultad. Según esta forma de pensar, aunque yo sea un hombre si digo que soy una mujer lo soy, pues yo me autodetermino y decido lo que soy. Esto es realmente tan absurdo como si digo que mis dedos no van a servir más para tocar sino para ver, y mis ojos, ya puestos, para oír. Igual de absurdo, lo que ocurre es que el interés, mejor los intereses, de ciertos grupos de presión está en la cuestión del género. Si estuviera en el cambio de funcionalidad de los órganos no me cabe duda que ser-ían capaces de hacer creer a la gente que es lo más razonable: medios y apoyos no les faltar-ían, pues hay mucha gente que tiene pánico a quedarse fuera del redil del rebaño progresista, especialmente si hay abundancia de subvenciones y ayudas. El mero sentido común hace reconocer, salvo prejuicio ideológico, que las diferencias entre hombre y mujer son absolutamente evidentes, son un dato de la naturaleza y no una construcción social o cultural. Natalia López Moratalla recuerda que “la identidad personal incluye la identidad genética que, además, es siempre de uno de los dos sexos. Ser varón o ser mujer viene dado y se es varón o mujer desde el momento de la concepción.” Parece que la naturaleza y la ciencia no entienden de prejuicios ideológicos. Los oídos son para escuchar, los dedos para sentir y los ojos para ver la belleza del ser humano, hombre y mujer.

Vicente Morro López
Vicepresidente del Foro Valenciano de la Familia

Nota del blog:La Ideología de Género no tiene base científica alguna,es un absurdo total.Se trata de un "corsé ideológico" que pretenden imponer las feministas radicales.Una muestra de ello es la crítica que ha recibido recientemente la ministra española de sanidad Ana Mato por el hecho de calificar los feminicidios de pareja como "violencia en la familia" en lugar de "violencia de género".Como dirían los más castizos.....todo esto es una gran gilipollez.

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